lunes, 9 de mayo de 2011

La tabla de Flandes - Arturo Pérez-Reverte

Al principio de este año, me propuse que mis alumnos del Taller de Arte que llevo en el Centro de Educación de Adultos de Cuéllar, leyeran alguna novela que tuviera como tema algún aspecto relacionado con la pintura. En unos casos les recomendé Riña de Gatos de Eduardo Mendoza, y en otros esta novela de Arturo Pérez-Reverte.
La novela trata de una pintura flamenca del siglo XV. En esta pintura aparecen 3 personajes, un tablero de ajedrez y un mensaje oculto que insinúa un asesinato. La restauradora de la pintura, junto con un historiador, un anticuario y un experto en ajedrez, entre otros, tratarán de resolver el misterio.
Paralelamente en la actualidad, irán apareciendo muertes relacionadas con los protagonistas. La clave para resolver ambos misterios, tanto el del siglo XV como el actual está en la partida de ajedrez de la pintura.
Arturo Pérez-Reverte escribe está novela como un thriller, desgajando pistas para resolver el misterio, y teniendo en vilo al lector hasta el final.
Se trata, por tanto, de una lectura recomendable para los amantes de las novelas de acción y misterio. Pero, a mi juicio tiene dos pegas. En primer lugar, el autor describe las escenas, tanto presentes como pasadas, con todo lujo de detalles, lo que hace que por momentos la novela sea un poco lenta al dedicar demasiado tiempo a temas secundarios.
En segundo lugar es que la partida de ajedrez de la pintura es la clave de la novela, por lo que es necesario conocer el juego para sacar todo el jugo de la historia. Creo que si no se sabe jugar al ajedrez, la novela no pasa de una lectura entretenida, pero un poco hueca.
Por supuesto se trata de una opinión personal. De hecho, varios de mis alumnos que no sabían jugar al ajedrez, me ha asegurado que les ha gustado mucho. Cuando aparecían las partes de ajedrez, las pasaban sin más, y el resto de la historia les ha encantado.
Con lo cual, no la voy a desaconsejar si no se sabe jugar al ajedrez, solo advierto que en tal caso, una parte de la historia se pierde.

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